La ira hace mella en mi estado de tranquilidad irrumpiendo como un potro
salvaje en una cacharrería. Se apodera de mí controlando lo que digo y lo que
hago. Los años que llevo en los hombros y la experiencia me ayudan a tomarme
con calma las vivencias, pero aun así sigo sufriendo en alguna ocasión un breve
ataque de ira. Salir es un ejercicio reconfortante pues me siento herido por el
error cometido y la cicatriz me recordará la próxima vez que debo respirar ante
una situación crítica.
El control de la ira y la forma en la que se sale de ella es uno de los
mejores auto indicadores de como nos encontramos. A mi me indica que voy por
buen camino.....pero aun me falta mucho.
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