jueves, 4 de octubre de 2012

Día treinta y dos

Esta mañana he visto a un conocido buscando en un contenedor de basura cualquiera, bolsas con comida. Hace una hora he visto a unas mujeres buscando lo mismo en un contenedor de un supermercado. Vivo en un pueblo del interior de Málaga de 22.000 habitantes, desde hace meses las colas en Caritas empiezan a ser notorias.
Me vino a la mente una idea que traspasa mi cerebro como un rayo. La función se acaba, es hora de aplaudir, las luces se encendieron avisando del final.

Se acercan tiempos dificiles, los plazos se acortan, no hago planes para mas de un mes pues me parece pretencioso.

La vida es efímera, hacemos acto de presencia durante un tiempo tan corto que deberíamos pensar si no somos mas que una delicada pluma que baila suspendida en la brisa, atrapando sutilmente la mirada de los soñadores. Pluma que esperamos nunca se pose para no romper el encanto de ver bailar, a quien es capaz de hacerlo al son de una simple brisa.

lunes, 1 de octubre de 2012

Día Treinta y uno

Como reflejos de sol tras las gotas de lluvia, llegan a mi ideas fugaces que me deslumbran e intento  poner en practica.
Estoy aun en una posición lejos de lo que considero ideal. Cada mañana debo vestir una indumentaria social para no perder las formas, tambien conocida como ropa. Amanezco sin despertador pues me acuesto con el sol y duermo lo necesario, pero aun doy explicaciones a quien me pregunta ¿a que hora te levantas?, pues no se entiende que el día comienze al abrir los ojos, veces antes y otras despues.
Mantengo "mi nombre", aun no considerandolo necesario el encasillarme en un vocablo. Si hablas con alguien cara a cara no necesitas nombrarlo, solo mirarlo a los ojos y decirle lo que deseas. A esto se puede añadir que mi expresión corporal y el tono de voz que emplee, comunican las tres cuartas partes de lo que quiero decir.