jueves, 17 de marzo de 2022

Dís menos cuatro

Querido lector,
Este camino que hemos recorrido se acerca a su final. no se que beneficio obtuviste si lo has leído estos años, a mi me liberó contarte lo que me ha estado ocurriendo. Hoy voy a compartir contigo algo muy especial.
Hace dos años, Max descubrió que quería programar videojuegos. Cuando vi su necesidad intenté cubrirla con clases particulares pero no era lo que el buscaba, aun con 12 años tenia claro lo que deseaba. El queria programar con una plataforma llamada Unity de EEUU, así que indagamos como podría aprender y vimos que tenia un curso online. Debido a nuestra relación con el método Montessori, creí oportuno que fuera el quien consiguiera ser admitido por su talento en dicha formación, por ello lo invité que escribiera a la central y pidiera ser admitido. La respuesta fue negativa, solo admitían a jóvenes a partir de 16 años.
A principios del año pasado uno de sus mejores amigos a través de la asociación de niños con altas capacidades (este chico lo es) comenzó una formación gratuita para aprender a programar videojuegos, cuando nos enteramos rogamos que admitieran a Max aunque fuera pagando por no ser de estas características. La respuesta fue negativa, solo podían participar chicos con altas capacidades. Tras esta última experiencia hizo algo que aun hoy me hace saltar las lagrimas. Al comienzo de sus vacaciones, comenzó a estudiar programación por su cuenta con tutoriales de Youtube y preguntando en foros de programador. Durante meses lo vi enfadarse, mostrar desesperación cuando no comprendía algo y no tenia quien se lo resolviera, tambien mostró alegría cuando con una perseverancia inhumana consiguió pasar cada bache que se encontró en este camino de aprendizaje. Hace un par de meses Max comenzó a darle clases de programación de videojuegos a este amigo del que hablé y ya a colgado su primer tutorial para el publico en general. No contento con esto, el, su amigo y otro chico amigo de ellos montaron una empresa desarrolladora de videojuegos y ya tienen su primero en proceso de creación.
Hace unas semanas vi una noticia de que aquí en Málaga se llevaba a cabo la nueva convocatoria para participar en el centro de empresas tecnológicas de Málaga con especial atención a las desarroladoras de videojuegos. Al leerlo me dije: son aun muy jóvenes (13 y 14 años) pero ¡Estan haciendo esto!. Llamé al coordinador del programa para Start ups y le conté lo que los chicos estaban haciendo, el responsable me dijo que mejor fuéramos y que se lo enseñaran. Cuando le conté lo ocurrido, Max me respondió: Debo comprarme una camisa nueva para ir en traje chaqueta. Dejamos lo que estábamos haciendo y fuimos a por su camisa.
Días después llegamos a la cita con el coordinador y cuando vio lo que le mostraron dijo que esto debía verlo el director del centro. Al incorporarse este ultimo a la exposición dijo a todos; ¡estos chicos deben trabajar aquí! Quiero a estos chicos con nosotros, le pondremos un mentor, que se reúnan con el responsable de marketing (plubisher) y me da igual si son demasiado jóvenes o aun están en el instituto, buscaremos la forma de que formen parte del equipo. De vuelta a casa de la reunión, daba saltos de alegría en el coche. Yo esperé a llegar a casa para llorar de alegría como no lo había hecho antes. 

Las cosas buenas que me han pasado en la vida me acercaron a la orilla del mar de la felicidad donde pude mojar amablemente los pies. Ver en Max la perseverancia, el tesón y la intención puesta en lograr lo que su corazón le dictaba, su fuerza para vencer los inconvenientes, y la felicidad con la que comparte su experiencia con sus amigos, hizo que pudiera tirarme de cabeza en dicho mar.