jueves, 4 de octubre de 2012

Día treinta y dos

Esta mañana he visto a un conocido buscando en un contenedor de basura cualquiera, bolsas con comida. Hace una hora he visto a unas mujeres buscando lo mismo en un contenedor de un supermercado. Vivo en un pueblo del interior de Málaga de 22.000 habitantes, desde hace meses las colas en Caritas empiezan a ser notorias.
Me vino a la mente una idea que traspasa mi cerebro como un rayo. La función se acaba, es hora de aplaudir, las luces se encendieron avisando del final.

Se acercan tiempos dificiles, los plazos se acortan, no hago planes para mas de un mes pues me parece pretencioso.

La vida es efímera, hacemos acto de presencia durante un tiempo tan corto que deberíamos pensar si no somos mas que una delicada pluma que baila suspendida en la brisa, atrapando sutilmente la mirada de los soñadores. Pluma que esperamos nunca se pose para no romper el encanto de ver bailar, a quien es capaz de hacerlo al son de una simple brisa.

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