Lo conocía pero nunca nos habían presentado, mi ego. Los emperadores romanos tenían a su lado a una persona que lo acompañaba en su rutina para recordarles cuando aparecía, "que solo son hombres".
Aun siendo una persona simple sin muchas complicaciones, sufro la presencia innecesaria del mio y recapacito de la forma mas humilde que puedo, pero es escurridizo, se esconde en cualquier rincón y a veces viene disfrazado de tal forma que sin darme cuenta lo hago participe de mi experiencia. Es un mal consejero que hace actuar a mi personaje pero no a mi persona.
Lucho contra el cada día pero no siempre puedo evitarlo, a fin de cuentas.....Solo soy un hombre.
sonríele : )
ResponderEliminarTe tomo la palabra :)
EliminarQué interesante planteamiento y que formidable respuesta.
ResponderEliminar¡Sois geniales! (pero no os lo creáis mucho ;-)