Un día cualquiera debo morir, pero morir de vez en cuando y seguir vivo después, es recibir una oportunidad de ver la vida tal como es, efímera.
La muerte nos persigue y al final aun dándonos toda la vida de ventaja termina ganando la carrera. No quiero esperar a ese momento para pedir perdón, para hacer lo que quisiera, para decir lo que pienso y amar lo que debo. Y después de esta borrachera de vitalidad me queda otra pregunta en el tintero, ¿es necesario hacer todo aquello que imagino antes del fatídico día? la respuesta brota como el agua de una fuente, no.
Morirse no es lo mismo que estar muerto
pues estar difunto aun en vida
deja al fallecido esperando
la decisión de su cuerpo
de irse de una vez por todas
pues el alma se fue hace tiempo